Gigantes y Cabezudos - 1898

Intérpretes del Estreno (29/11/1898)

Lucrecia Arana
(Pilar)
Nieves González
(Antonia)
Srta. Espinosa
(Juana)
Julián Romea
(Sargento)
Juan Orejón
(Timoteo)
Sr. Guerra
(Jesús)
Pablo Arana
(Tío Isidro)


Cónica del estreno

 TEATRO DE LA ZARZUELA

Gigantes y Cabezudos

Gigantes y Cabezudos, zarzuela cómica en un acto y tres cuadros, original y en verso; libro de don Miguel Echegaray, música del maestro Fernández Caballero. 

Y primer éxito de esta temporada. 

Pero ¡qué éxito!

Puede decirse que toda la letra del estreno se redujo a esta sola palabra: <<¡Bravoooo!>>; y la música a la entonación del delirio; letra y música del público, se entiende, y repetidas incesantemente por espacio de una hora. 

El público de anoche vió la primera representación y oyó la segunda, porque fué repetida casi toda la partitura. 

El libro. 

El día en que D. Miguel Echegaray, aplaudido autor de comedias, resolvió escribir una zarzuela, dló empleo para bien del arte nacional á su cualidad característica, cualidad indispensable para la obra lírica; la ternura. Por carecer de ella, les está absolutamente vedado cultivar la zarzuela á verdaderas eminencias del juguete cómico, cuyos corazones parecen contaminados de la sequedad y de la frialdad metálica del chiste.

 Las zarzuelas de D. Miguel Echegaray son, pues, verdaderas zarzuelas, y la situación musical viene en ellas sin esfuerzo, como el músico necesita y el público agradece. 

Pero nunca como en Gigantes y cabezudos ha hecho alarde Echegaray del dominio de ese elemento primordial del género lírico español, hasta al extremo de sacrificarle situaciones y desenvolvimientos que, para tan ingenioso autor de comedias, hubieran sido facilísimos de encontrar y escribir.

 Como debe hacer el autor de zarzuelas dignas de tal nombre, Echegaray va derecho á conmover el corazón del espectador y cuando la emoción apresura el aliento y humedece los ojos, el músico recoge aquella lágrima y reparte sus irisados matices en deliciosas y arrebatadoras melodías.

 De este modo, y no coleccionando chascarrillos de almanaque, y gansadas, y puñetazos, y bromas mil veces vistas en la pista del Circo, se deben escribir zarzuelas. 

La de anoche, sirve de marco á una acción sencilla, interesante, conmovedora, y que de continuo va mezclando la risa y la emoción, ya tierna, ya dramática, y con frecuencia discreta y oportunamente Patriótica.

Los chistes, legítimos, nacidos de la situación y del choque de los caracteres, son abundantísimos y de primera fuerza La versificación tan fluida como en todas las obras de este aplaudido autor. 

Los que gustan más de las calabazas que de las uvas, como el tordo de la fábula, decían anoche que el libro les había sabido á poco, sin reparar que hacían con esto el mejor elogio. 

¿Interesa la acción? ¿presenta bien los caracteres? ¿conmueve? ¿abunda en notas cómicas?¿y sirve al músico? Pues es un libro de maestro. 

El que otra cosa diga, ó es crítico gonzaga, ó tiene su trapito metido en lejía. 

La música. 

La frase que el gran Ayala aplicaba al inolvidable maestro Arrieta, « le suenan los sesos>, hace tiempo que cambió de domicilio y que tiene su justificación bajo la venerable calva del maestro Caballero. 

La fecundidad de su vena musical á nada es comparable, y tanto más de admirar, por cuanto el maestro Caballero, armonista prodigioso, contrapuntista consumado y conocedor de todos los secretos de la composición, no necesita salir, para encantar al público, de esos giros melódicos qne pudieramos llamar cardinales y que son como el Norte, Sur, Este y Oeste de la música, sin acudir jamás á las arideces y frialdades inexpresivas del género cromático. 

Nada de oestes-sudoestes, ni estes-nordestes, ni mayidos semitonados, ni demás pretendidos modernismos, muy conocidos y discutidos en la Grecia de Platón nada menos.

 No: la vena musical de Fernández Caballero es tan abundosa y de linfa tan pura, que con ella no hay dificultad geográfica ni métrica que superar: española es y los oídos españoles la recogen con avidez, con delicia y sin esfuerzo 

En la partitura de Gigantes y cabezudos, entre otras muestras de inspiración, hay una verdadera colección de jotas; la mayúscula, la minúscula, la de imprenta, la de litografía. 

 ¡Qué valiente la que cantan las verduleras amotinadas! ¡Qué sentida, qué honda, qué hermosa la de los repatriados que atraviesan el Ebro! iQué cómica la copla cantada por la familia de Calatorao! ¡Qué monumental la del baile de los gigantes y los cabezudos!

 Y sobre todo, ¡qué hermosísimo número de conjunto el de la procesión, en el cual se desarrolla majestuosamente el tema de la Salve, interrumpido un momento por la repetición de la jota de los que vuelven de la guerra; patético efecto que anuncia la llegada del Maño y el desenlace de la Intriga!

 La ceguera tenaz qne aflige al maestro Caballero, aislándole en cierto modo del mundo, parece haber multiplicado el vigor de ese privilegiado cerebro que, á los sesenta y tres años, produce con la misma facilidad y con igual frescor, vigor y lozanía que cuando escribió La Marsellesa y El salto del pasiego.

Más que á la situación de Beethoven, después de quedar sordo, se asemeja la de nuestro compositor á la del poeta Milton. 

Anoche pesó esta desgracia más qne nunca sobre el corazón del maestro. 

Ante ovación tan delirante, tan continuada, tan estruendosa y sin que sus atormentadas pupilas pudiesen recoger en aquel desbordamiento de entusiasmo una sola mirada de simpatía, el maestro Caballero se afectó profundamente y sus amigos hubieron de dar tregua á las felicitaciones.

La ejecución primorosa por parte de todos. 

Si hubiéramos de decir de Lucrecia Arana todo lo que merece, no acabaríamos nunca; y otro tanto es aplicable á la discreción y á la gracia de Romea. 

Gigantes, cabezudos, faroles, imágenes, etc. con propiedad y lujo.

Las decoraciones de Muriel, aplaudidísimas con justicia

La del Ebro es de las que valen por una reputación. 

A todos, público inclusive, ¡que sea enhorabuena! 

F. S. P.

La Correspondencia Militar - 30 de noviembre de 1898
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