Intérpretes del Estreno (23/12/1905) |
Julia Fons (Luisa) |
López Martínez (Rosario) |
Sra. Train (Virtudes) |
Vera (Periquín) |
Robles (Manolo) |
Sr. González (Don Servando) |
Crónica del estreno |
TEATRO CÓMICO La gatita blanca El entusiasmo con el que el público recibió anoche esta obra será discutible, pero es inegable. Hubo aplausos durante la representación, repeticiones de números, llamadas a escena al final y, en fín, señales evidentes del agrado y regocijo del concurso. La gatita blanca es una prueba más de la crisis que padece el género chico. Este género, persiguiendo la ganancia, se metamorfosea en lo ínfimo. ¿Que a los salones de cantantes y bailarinas va mucha gente? se han preguntado algunos autores y empresarios. Pues traslademos la sicalipsis del género ínfimo por horas. Y así ocurre que de algún tiempo a esta parte los melodramas comprimidos se truecan en revistas vistosas, con canciones picantes y bailes como el cancán, mattchiche y todo el repertorio de danzas voluptuosas. La gatita blanca pertenece a este último género. En la obra está toda la lira; cuplés intencionados, tango, cancán y la flamante mattchiche que está haciendo furor en París y que se ha trasladado a Madrid más o menos alterada por obra y gracia de sus adaptadores. Y como Jackson Veyán sabe muy bien donde le aprieta el zapato, y es hombre ducho en alardes escénicos, hace resaltar la explosión coreográfica de la gatita blanca con unas cuantas escenas en las cuales abundan los chistes de color subido. Por supuesto que el público del Cómico coge los equívocos al vuelo, y hasta a las frases más inocentes les da malicia con lo cual ni que decir tiene que las risotadas no se interrumpen durante la representación. En ella se lucieron Julia Fons cada día más guapa y cada día más desenvuelta. En su género es una estrella de primera magnitud. López Martínez estuvo muy bien, lo que se dice muy bien, en el papel de niña poco avispada por el amor. Los demás contribuyeron con unos buenos palmitos y con lujosos trajes a dar vida a la obra. De ellos alabemos a Gonzalito y a Vera, y digamos, para concluir estos renglones, que la música mereció grandes aplausos; que la zarzuela está representada con esplendidez, y que el "arte de ser bonita" tiene en el Cómico una digna sustitución. Y ande el movimiento. |
EL HERALDO DE MADRID - 24/12/1905 |
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