Demos por sentado desde un principio que la nueva zarzuela encuadrada en el escenario del teatro Nuevo no es del corte de las
frecuentes en estos últimos tiempos, y que,
por varios conceptos, eleva el nivel del género, dado como es corriente que ahora se
cultive. El mismo libro, en prosa y en verso, esta
bien compuesto y ofrece, junto a momentos
de fuerza dramática, otros en los cuales
prevalece la nota festiva. Estamos entre corsarios en la costa italiana en dias del siglo
XVI. Se ha cogido botín en abundancia, y
en él figura una dama de seductora belleza,
que pronto cauiiva al capitán, el cual quiere arrancar de sí, en vano, la pasión nacienite, que por fin le ciega, hasta el extremo de abandonar a una hermosa judía que
hasta entonces fue su compañera, y que le
quiere locamente, hallándose dispuesta a
defender su amor a costa de lo que sea.
Mas cuando llega al convencimiento de que
el corazón del pirata ya no le pertenece,
acierta a sacrificarse, salvándolo de una
emboscada para que la felicidad con otra
mujer le acompañe en adelante. Para ese libro ha escrito el maestro Zamacois una música inspirada y de corte
elegante, demostrativa, además, de los conocimientos técnicos que el compositor posee. Aparte de su dominio de la orquestación, es de señalar el adecuado carácter
musical que imprime a cada situación, lo
que presta a la partitura en general variedad y riqueza formal. Son de mentar con elogio el dúo del tenor
y contralto y el de barítono y contralto, la
parte de los grumetes, la danza de los aldeanos, la composición de tiple, barítono y
coro, de gran expresión dramática. Estos y otros números se acogieron con unánimes
aplausos, siendo bisados los más. Para Marcos Redondo, «El Caballero del
Mar», le brinda ocasión para lucir sus excelsas facultades, con las que supo arrebatar al auditorio que le aplaudió con frenesí. Con él participan del éxito que la ejecución alcanza, Matilde Martín—cantante
en pleno domimio de su arte—, el rtenor Antonio Miras, Carmen Tomás, Trini Avellí,
Carmen Llanas, Valeriano Ruiz, Antonio
Palacios y Juan Baraja. Autores e intérpretes cosecharon frecuentes y generales demostraciones de cuanto
complacía la labor de unos y otros.
Sólo, falta añadir que la presentación escénica nada deja que desear, ya que la
obra ha sido puesta con mucha atención y
sin escatimar gastos. «El Caballero del Mar» ee mantendrá en
el cartel largo tiempo.
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