Intérpretes del Estreno (8/05/1925) |
Ramona Galindo (Encarna) |
Carmen Andrés (Sole / Doña Castora) |
Sra. Robert (Fufú) |
Sra. Albertos (Expósita / Una Paleta) |
Jesús Navarro (Damián) |
Francisco Gallego (Pocholo) |
Sr. Rodríguez (Alicante II) |
Sr. Iglesias (Carlos) |
Sr. Ramallo (El Virutas) |
Sr. Sotillo (Eladio) |
Crónica del estreno |
Integran el saínete estrenado
anoche en la catedral del género
cuantos elementos son indispensables en esta clase de producciones
para lograr el éxito franco, iniciado en las primeras escenas y confirmado a la terminación de todos
los cuadros y actos.
Los Sres. Luque y Calonge han
logrado desarrollar acertadamente una fábula sencilla, discretamente sentimental y francamente cómica, abundante en chistes de
buena ley, verdaderamente ingeniosos algunos, sin retorcimientos ni chabacanerías, salpicados en un diálogo fácil, suelto y, en general,
gracioso. Los dos actos, divididos en cinco cuadros, transcurren sin
que el interés decaiga un momento, pues si bien la farsa no sorprende por su novedad, los autores
la desenvuelven con suma habilidad, y consiguen satisfacer al público, que aplaudió sin reservas. Encarna , la Misterio, joven y bonita, convertida por su, orfandad
en madrecita de sus hermanos, refuerza su modesto jornal de pantalonera con el sueldo que como
tanguista obtiene en un cabaret de moda, en el que su inexpugable virtud la salvaguarda de los peligros de aquel ambiente. En este galante medio conoce a Carlos,
joven alegre y rico, sin más misión en la vida que derrochar el
dinero en continuadas juergas; pero con un corazón quo queda prendido en los encantos de Encarna.
La primera contrariedad de estos nacientes amores la suscita la incredulidad de Encama, que no
cree sincera y menos desinteresada la pasión del enamorado galán,
y no sintiéndose con fuerzas suficientes para ahogar el amor que
también en ella se inicia, huye de
aquel lugar y se refugia en el cariño de los suyos, para los que
continuará trabajando en su modesto oficio. La casualidad (personaje que, sin figurar en el reparto, juega un papel importante
en este sainete) enfrenta a los
enamorados; él promete redimirse con el estudio, se juran amor eterno y..., nuevo contratiempo. No
contaban los amantes con la madre de Carlos, cocinera antes que
baronesa, que, olvidándose de su
antigua condición, se opone tenazmente a que su hijo, noble y rico,
se una en matrimonio con una humilde obrera. Como es natural, la
nube pasa, y al caer el telón el
público queda enterado de la próxima boda de la feliz pareja. La partitura, de los maestros
Soutullo y Vert, sirve perfecta-mente las situaciones del libro.
Se repitieron un dúo cómico, un
vals y un pasacalle alegre y vistoso, en el que obtienen el máximo lucimiento las encantadoras
segundas tiples, ataviadas con la
clásica mantilla y con mantones
de Manila. La interpretación, muy acertada; las señoritas Galindo, Robert,
De la Ría y Vega; la señora Carmen Andrés y los actores señores
Gallego, Navarro, Rodríguez, Iglesias, Ramallo y Sotillo compartieron con los autores, que salieron
repetidas veces a escena a !a terminación de los cuadros y actos,
los unánimes aplausos del público, que llenaba por completo el
teatro. E. M. A. |
La Voz - 9 de mayo de 1925 |
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