Mujer y Reina - 1895

Intérpretes del Estreno (12/01/1895)

Sra. Martínez (J)
María Estuardo
Sr. Montilla
(Enrique Darnley)
Srta. Rodríguez
(Estrella)
Sra. Gil
(Jacinta)
Sr. Carbonell
(Artabán)
José Sigler
(Conde de Chaterlard)
José Gamero
(Galopín)
Sr. Visconti
(Maxwuell)
Vicente García Valero
(Montgiront)



Crónica del estreno
Da gusto asistir a un estreno como el de anoche donde los aplausos comenzaron en la segunda escena de la obra y fueron en crescendo entusiasta hasta el final del último acto. No hay misión más grata que la de poder elogiar sin reservas, por bien del arte y por satisfacción íntima. 

Al titulo de Mujer y reina añadiríamos nosotros ó el gran triunfo de Chapí, porque para el maestro fueron, indudablemente, los honores de la jornada, no obstante ser lo demás tan digno de encomio. 

Brillante desquite ha tomado Chapí de aquella equivocación que se llamó Los mostenses. En la obra de anoche el trabajo de Chapí no es tan igual, ni en conjunto tan inspirado como en  La tempestad; pero en cambio, el genio musical del maestro se muestra en todo su esplendor y recorre toda la escala, desde el número ligero, alegre, retozón ó inspiradísimo, como el cuarteto del acto segundo en los jardines del Louvre entre el general, el diplomático, el sabio y el gascón, hasta el grandioso dúo del acto tercero, de tiple y bajo, -y la magnífica marcha de la boda del final de este mismo acto. No hay que decir que cada número es un prodigio. Hemos perdido la cuenta de los que fueron repetidos y de las veces que el público sacó á escena al inspirado compositor. 

En nuestro concepto, algunos números, dos ó tres, que no se aplaudieron bastante, no fueron bien oidos ó entendidos, y nos referimos al coro de salida y aparición de Artaban en la carreta, número de extraordinaria fuerza, que, parte porque el público estaba colocándose, y parte también porque el Sr. Carbonell, que ha estado enfermo, no lo dijo como lo hará en adelante, pasó algo desatendido, pero que es bellísimo y original. 

Tambien es muy linda la canción coreada de Enrique Darnley (cuarto escena del primer acto). En este acto tuvo Chapí la ovación más grande después de la canción y la danza zíngaras,portento de inspiración y de instrumentación. 

En el segundo acto, además del cuarteto referido, llaman la atención el aria coreada de la reina, el dúo de la reina y su primo y la despedida de la reina, que son cuatro frases envueltas en una pieza musical delicadísima.

Por último, en el tercer acto, aparte de la marcha y el dúo anotados, es de mucho efecto y de corte especialísimo la salida de la ronda, y de una ternura sin igual la serenata de los franceses a María Estuardo. Cuando el público se encuentra tan unánime como anoche, huelga todo intento de demostración. La música es magnífica, lo dijeron todos los labios, la aplaudieron todas las manos. 

El arreglo hecho por Pina y Domínguez es bueno en general. Hay languidez y poca gracia en el primer acto; el segundo es muy animado y tiene chistes y situaciones de efecto, y el tercero, el más dramático, es el de mejor factura. Hay en éste un cuento en verso. primorosamente hecho y de mucha gracia y filosofía, que no sabemos si será original, pero que gusto mucho y le valió al Sr. Pina una llamada á la escena.

El argumento sigue en lo esencial a la historia.
La estancia de la desgraciada María Estuardo en Francia, donde a los dieciocho meses de casamiento se quedó viuda de Frfancisco II; su marcha á Escocia y la sublevación de Edimburgo por la protección de la reina a los católicos, que, reproducida más tarde, la privó de la corona, y su casamiento con su primo Enrique Darnley son hechos rigurosamente históricos. Dentro de estos acontecimientos se desenvuelve la fábula, cuyos personajes son retratos de algunos de Los tres mosqueteros, de Dumas. 

El gascón Arlaban (Sr.Carbonell), su escudero Galopín (Sr. Gamero), conde de Chatelard (Sr. Sigler). jefe de la guardia escocesa Maxwuell (Sr. Visconti), y otros más secundarios son personajes puramente episódicos.

Estos y la señora Montilla en el de Darnley, la señorita Martínez en el de reina y García Valero en tres papeles, especialmente en los de general y capitán de una goleta, son los interpretes que se harán insustituibles en la obra, según el acierto y gracia con que anoche los desempeñaron. 

Cuanto a las decoraciones, nosotros tuvimos el gusto en el número extraordinario de primero de año de ofrecer al público las primicias, presentándole las dos que fueron más aplaudidas.

Las nueve que tiene la obra valieron á los Sres. Bussato y Amalio otro tantos triunfos; pero, aparte de la del puerto de Calais y entrada del palacio de María Estuardo, que son las que dimos, son verdaderas maravillas las que representan los jardines del Louvre, el Parque Holy-Rood y la gran plaza de Edimburgo, 

A todos damos nuestra enhorabuena, Incluso al maestro Pérez Cabrero, que dirigió admirablemente la orquesta. 

No hay qué decir que hay obra para rato, sino para muchos años. La empresa se ha desquitado de una vez de los anteriores descalabros, y tiene una mina en sus manos.

 A. DE S.

El Día - 13 de enero de 1895
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