La canción del náufrago - 1903

Intérpretes del Estreno (18/03/1903)
Teatro Circo Price de Madrid
Josefina Chaffer
(Rosa)
María Silvestre
(Sidora)
Pilar Galán
(Tía Loba)
Ricardo Pastor
(Andrés)
Valentín González
(Tío Pedro)
Ernesto Hervás
(Esteban)
José Gamero
(Quisquillas)
Ricardo España
(Garrones)
Luis Navarro
(Tío Martín)
Elías Peris
(Botalón)
Antonio Barragán
(Menegildo)
Felisa Lázaro
(Una mendiga)
Crónica del estreno
A presenciar obra tan llevada y traída en anuncios y prórrogas de su estreno, acudió anoche á Price un público tal, que la inmensa sala estuvo llena completamente.
Comenzó la función a las nueve y media y terminó después de la una. Los espectadores entraron con ganas de aplaudir; salieron habiendo aplaudido mucho y deplorando no haber podido aplaudir más; pero al salir elcansancio estaba marcado en los semblantes. Son muchas horas las cuatro que requirieron las desdichas del náufrago de la canción.

El libro

De Arniches y Fernandez Shaw, ó viceversa, que el orden de autores no mejora el fruto de su ingenio. Ingenio tan gastado en las aplaudidas obras que han popularizado á Shaw y Arniches, que anoche, únicamente apareció a ráfagas, de tarde en tarde.
El argumento, melodramático, una extensión de El puñao de rosas, un puñao de escenas hilvanadas y empalmadas para que dure tres actos un asunto tratable en el acto y tres cuadros de reglamento.
Esteban, novio de Rosa, la encuentra casada con Andrés, cuando al pueblo vuelve,
Rosa y Esteban se entienden, Andrés lo descubre(por el sistema de Tarugo, que es el mejor, escuchando á los pérfidos) y plagiando á Turiddeé y Alfío; al mar se van Andrés
y Esteban, sólos en una barca, en plena tempestad, á disputarse la posesión de Rosa. El duelo de esta Caballería flotante, playera, termina volviendo solo Esteban, que andando los actos, en el tercero se casa por fin con la supuesta viuda de Andrés; viuda temerosa de la resurrección del difunto, cuya voz ha oído cantando la canción que antaño la recreara.
en sus horas de amor y de ventura.

Hácese la boda, y al salir de la iglesia los novios, aparece Andrés con Pedro, un viejo pescador, primo hermano de aquel ermitaño de El anillo de Hierro, personaje indispensable como agente de la Providencia v recitador de versos rotundos, dedicados expresamente á la galería. Pues aparecen á la puerta del templo Andrés y Pedro y aquél increpa á los infames y éste ocasiona la muerte de Esteban, gracias á un cuchillo, ya destinado á este fin desde el segundo acto. 
Amenizan el libro tipos como la Loba, una bracia de la costa que asi sopapea hombres como los deja én calzoncillos; una hija de la susodicha Loba, buena moza ella, pero de papelito simple; dos aspirantes á la mano y al amor, respectivamente, de la simple pescadora, y algunas otras individualidades secundarias y precisas para escenas de relleno. 
Y entre estas escenas llama la atención la de los cazadores de el puñao, es decir, una muy semejante, porque sirve para lo mismo, para alargar; terceto de novia y pretendientes, de sabor cómico apenas indicado. 
Y con unos coros de "pescadoras, pescadores, pobres de pedir y chicos correntones, los afortunados autores han sabido añadir una más al catálogo de zarzuelas grandes irresistibles e inolvidables. 
La nota dramática es superior á la festiva. En clase de chistes los hay.,, muy propios de la calle de la Cruz, no del litoral santanderino. Por ejemplo: 
- A mi, como no sea con goma arábiga, no me la pega nadie Otro: 
- Y alli me hallé con tres... 
—¿Cómo las hijas de Elena—interrumpa un pescador arnigo de Menelao. 
Y otro, no chiste, pensamiento: 
Dos que se quieren, son como las sardinas, que cuanto más caliente está el aceite, antes se fríen. 
Por lo demás, la señorita Chaffer, muy bien; pero muy bien la señora Alonso; y como nadie, Valentín González, a quien suponemos afónico en fuerza de declamar y reír como el papel pedía, oyendo justos aplausos y siendo llamado á escena.

La escena.

Empresa que presenta las Obras como anoche fué presentada La canción del náufrago, merece toda suerte de plácemes y de llenos. La de Price puede ufanarse de lo que hizo anoche. Fué un ala de riqueza y buen gusto. No de riqueza en indumentaria, pues ésta se distinguió por su autenticidad, más que por su valor; de riqueza y buen gusto en ofrecer cuadros artísticos en la escena. Si no es Martínez Abades el autor de la hermosa marina (cuadro segundo) titulable Desafío y tempestad, merecía serlo. Pero sí, aquel primor escenográfico suyo es. El público le tributó una ovación entusiasta, prolongada hasta después de la mutación. El oleaje hirviente. la barca avanzando, levantando espuma, el fragor de los truenos y la luz de rayos y centellas, resultaron de tanto efecto, que por ver este cuadro y oir á Morera habrá cola muchas noches en la plaza del Rey.
Las demás decoraciones, excelentes. La última, atrio y fachada de viejo templo románico, merece los honores de la fotografía y de las postales. El escenógrafo esta de enhorabuena.

La música

Cuando una acción dramática languidece y empieza á pesar el libro, es inútil la labor del músico, que cuanto mejor y más á conciencia sirva al libro, más se hunde con él. Si á esto se agrega que en La canción del náufrago están las situaciones musicales tan mal escogidas que de doce ó trece números que tiene la partitura, ocho son coros, se comprenderá la peligrosa situación del compositor.
El maestro Morera ha triunfado, no obstante, gracias á su talento indiscutible, revelándose en esta su primera producción grande para el publico de Madrid, como un profundo y hábil conocedor del teatro y cómo un compositor de altos vuelos.
En La canción del náufrago hay muchas bellezas, que se han malogrado en gran parte por las circunstancias a que nos hemos referido; pero que es fuerza reconocerlas, en justicia estricta. El preludio es una exposición de los dos motivos fundamentales de la obra, vigorosamente presentados por la orquesta; en este número se ve ya la mano de un instrumentista que sabe bien su oficio. La escena que le sigue es una descripción de un amanecer brumoso y melancólico, en la costa, muy felizmente desarrollada con un coro interno. El perezoso canto de los pescadores da tanta vida al cuadro como la luz que va animando gradualmente la escena. 
El dúo de Andrés y Rosa, melódico y tierno, consta de varios temas, el más interesante de los cuales es la canción del náufrago, alrededor de la que ha de girar la acción musical en adelante. 
Esta canción, un tanfo vulgar, pero romántica y muy en carácter, se repite con fortuna en diversos pasajes de la zarzuela. 
La tempestad es otro numero rico en efectos orquestales, y el corito religioso con que termina el acto es solemne y sencillo. 
Abre el segundo acto un coro que, a nuestro juicio, es lo mejor da la partitura: fresco, alegre, popular, y de una inspiración sorprendente. Le da un carácter muy original el ritmo, que consiste en una acertadísima combinación de los compases tres por cuatro y dos por cuatro. 
Un número, en suma, que no desdeñaría firmarlo Grieg. 
La romanza con coro, es de difícil composición y hay en ella mucha fantasía, así como en el terceto cómico que le sigue, lleno de gracia ingeniosa y fina. Acaba el acto con un dúo poético, con pasión é ideas dramáticas hábilmente desarrolladas. 
El coro con que empieza el último acto es el que ofrecía, quizas, más dificultades, por la agrupación de niños, ancianos, mujeres y hombres de todas edades, que dialogan ya separados, ya unidos. Las frases que se cruzan entre los chicos y los viejos tienen un humorismo delicioso, y el conjunto está admirablemente tratado. 
El público aplaudió mucho á Morera, pero no todo lo que le hubiera aplaudido en diferentes condiciones. 
Lo importante, sin embargo, era romper el fuego, y ya está roto brillantemente. Morera tiene asegurado un puesto principalísimo en el arte lírico español, dado su talento y su perseverancia. 
Anoche ignoraba el músico de La canción del náufrago que su ópera La Fada se estrenará muy en breve en el teatro Flamenco, de Amberes. 
El nombre de Morera ha pasado las fronteras antes de que fuera conocido de nosotros, como ocurre siempre. 

Mordente

La Correspondencia de España - 19 de febrero de 1903
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