Novedades teatrales TEATRO APOLO: " Los Calabreses " El dios Apolo derrama actualmente sus más altas gracias sobre el maestro Luna Una serenata, cuyo motivo se inicida primeramente en tono burlesco y que desarrolla después el barítono con esa forma ligeramente romántica tan característica en Pablo Luna , hizo estallar en aplausos y aclamaciones al público, y el oompositor salió a1 escenario de la mano de su feliz intérprete, Emilio Sagi Barba. El deseo tal vez de encontrar en el segundo acto números de mayor relieve aun que en el primero, hizo que los espectadores acogiesen las indudables bellezas de esta parte con menos entusiasmo, pero si bien el éxito no aumentó, tampoco disminuyó; justo es hacerlo constar. La canción de Resina, cantada con todo el arte y picardía de que es dueña la sin par Rosario Leonís, no desmerece en nada comparada con la serenata y el dúo del primer acto. La fábula qne ha servido para tramar las escenas de "Los calabreses" hace ya muchos años, que andaba en labios del Sr. Jackson Veyán, que ahora la ha utilizado en colaboración del Sr. González del Castillo. Tiene el asunto de "Los calabreses" las condiciones indispensables para la zarzuela: ambiente pintoresco, interés y situaciones líricas en abundancia. El autor veterano y el jotven han sabido completarse, y si desmayaron algo— caígales el tanto de culpa que les corresponde— fué en el segundo acto. Al gran éxito de "los calabreses" contribuyeron los intérpretes con extraordiaria elegancia. Las señoritas Leonís y Barona, tanto en la parte lírica como en la recitada, estuvieron admirables, y no hay que decir que guapísimas. Sagi-Barba , matizó su participación, la más importante, con mucho gusto, e hizo derroche de su privilegiada voz. Muy gracioso y oportuno, Galerón, que en la repertición de la serenata ,arrancó un aplauso, imitando las modulaciones de Sagi-Barba y mantuvo el regocijo a través de toda la obra. Meana y Rufart dieron mucha vida a sus respectivos tipos. Al final de ambos actos, Luna, González del Castillo y sus intérpretes saludaron muchas veces al palco escénico. El Imparcial - 20 de octubre de 1918 |
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